Peer Gynt, el aventurero, quería ser el rey del universo pero terminó siendo el rey de su propio mundo.
Bajo un abedul descansaba el gran soñador Peer, soñaba con princesas exóticas, con reinos de fábulas, con fantásticas aventuras en países lejanos... Mientras tanto, en una pequeña casa de una familia no muy adinerada, descansaba su madre, a la espera del ciervo que su hijo, Peer, tanto le había prometido.
A la llegada de Peer, su madre, se encontraba ilusionada,
¡Un ciervo les iba arreglar el invierno! pero ese ciervo tan deseado nunca llegó. Peer inventó mil excusas, mil excusas que ella no creyó. Peer volvió a marchar mientras el invierno iba cayendo.
Intentando volar como una alondra, Peer recorría los bosques entre árbol y árbol hasta que una voz, una voz armoniosa hizo que quedase hipnotizado. Era Solve, una mujer que bailaba y cantaba por los bosques mientras recogía los frutos y peinaba sus largos cabellos. Tras un baile que les transportó a otro lugar, Peer se marchó como solía ocurrir.
Continuó su camino, recorrió las inmensidades del bosque, y allí, en lo más lejano, encontró a una princesa, que más que una princesa era una gran malvada. Peer intentó engañarla, quería quedarse con todas sus riquezas, pero... no era tan tonta como parecía. Peer inventó que era el hijo de una reina de allá en los reinos lejanos y ella aceptó su matrimonio, pero antes debía cumplir unas obligaciones. Peer comenzó con ellas pero a mitad de camino se echó atrás y salió corriendo.
Salió corriendo en busca de su verdadera amada, Solve. Una vez encontrada, decidió que quería estar con ella y por ello construyó en mitad del bosque, allá donde se conocieron, una cabaña que sería el mejor de sus palacios.
Pasó un tiempo pero Peer seguía siendo la misma cabra loca que siempre, una vez más, en una de sus ideas locas decidió abandonar a Solve y continuar con su viaje.
Recorrió muchos reinos, todos esos que había soñado y llegó hasta las tierras de África, donde, allí le nombraron rey. Tras un tiempo, se dio cuenta de lo que había hecho y volvió a las tierras de donde provenía, tuvo que pasar grandes tormentas pero todo mereció la pena.
Al llegar encontró una de las peores desgracias que se podían presentar, su amada madre, la que había llorado todas sus penas y había creído en todos sus sueños estaba a punto de fenecer.
Tardó pocas horas en fenecer y Peer lloró su muerte, así como la cuidó en sus últimos momentos.
Tras esto, fue en busca de su amor, a saber si podía encontrarla, fue al bosque, recorrió sus profundidades, y una vez allí encontró aquella cabaña que con tanto amor había creado. Y ahí, como de costumbre, estaba Solve, bailando, cantando y tan natural como siempre. Ella se sorprendió al verle, no podía creerlo, había estado tanto tiempo esperándole... Todo seguía igual, el sol brillaba, los pájaros seguían cantado, Solve tan vital como siempre, Peer tan atractivo y su amor, como si nada hubiera ocurrido.
Ahora el blog tiene la estructura correcta
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